Saber parar


En esto de la pintura (como en todo, supongo), ¡qué importante es saber cuándo tiene uno que parar, cuándo tienes que retirarte y dejar que la obra que ya tiene vida, la viva sin alteraciones.

Yo reconozco que esto es algo que no se me da muy bien.
Consigo algo que me gusta y, en vez de dejarlo así e iniciar algo nuevo en otra tabla o en otra tela, empiezo a pensar: ¿y si...? y sigo, y sigo hasta que de pronto, me encuentro con algo entre manos que ya no tiene nada que ver con la idea original.

Esto es lo que pasó con esta pequeña tabla que comenzó siendo un apunte sencillo, alegre, fresco y ligero y acabó siendo algo compacto, pesado y hasta un poco deprimente.

Comencé tratando una tabla con acrílico mezclado con arena de río para darle textura con la idea de pintar sobre esa base otra cosa pero tenía encima de la mesa la copa y el frutero y me dio por hacer un apunte rápido, sin dibujo previo, dibujando directamente con el pincel y acrílico (esta vez sin arena)  diluido en agua. Me gustó.

Y luego, pensé: ¿y si....? Y seguí. En la foto siguiente se ve el resultado.

Creo que de todo esto, lo interesante puede ser observar cómo con el mismo pretexto (la copa y el frutero) pueden expresarse muchísimas cosas diferentes. Por eso siempre he considerado que el tema, el pretexto, es lo de menos.




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