Armonías y contrastes. Robot (óleo sobre lienzo)


Los colores, colocados juntos en una composición, interactúan entre ellos influyéndose o modificándose de forma que nuestra percepción respecto a ellos también se modifica.

Nuestro ojo superpone o cambia colores, se fija en unos más que en otros, se adapta al que más tiempo lo impresiona e incluso los mezcla, mandando al cerebro la percepción, no de esos colores sino de esa influencia o mezcla, como descubrieron y utilizaron en sus cuadros los puntillistas.

Un color puede parecer más claro o más oscuro y de mayor o menor extensión, dependiendo de cuál sea el que tiene a su lado. También puede resultar modificado por su complementario si éste se encuentra próximo a él.

A base de armonías y contrastes, creados teniendo en cuenta todo esto, establecemos entre los colores de una composición, una relación cromática que produzca el efecto estético que deseamos.

Para conseguir equilibrio y armonía con los colores, manejamos cantidades, intensidades, pesos, tensiones, contrastes, predominancias, recurrencias, ubicaciones… coordinando todo ello entre sí.

Pintar es fácil. Conseguir armonía con los colores, no tanto…

Cuando te planteas un cuadro, puedes pretender representar alguna escena de la vida real o simplemente (pero no tan simple) armonizar colores y formas para que resulten en un TODO armonioso y agradable a la vista y al intelecto.

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