Aprendiendo a dibujar el cuerpo humano
Comentaba en la entrada anterior que los palitos de
carbón son los ideales para realizar esbozos de dibujos. Te permiten total fluidez y soltura
en el movimiento. La mano se desliza por el soporte sin ninguna traba. Solo
tiene que traducir a movimiento lo que el ojo y el cerebro le dictan.
El profesor que me enseñó a dibujar el cuerpo humano (Gonzalo Beltrán al que nunca olvidaré), nos
mandó comprar simplemente un rollo de papel de los que se usaban para envolver en
las tiendas, unos palos de carbón y nada más. Ni goma, ni difumino ni ninguna
otra cosa.
Nos proporcionaba modelos del natural: un chico y una chica
que posaban desnudos adoptando la posición que el profesor les indicaba.
Clavábamos un pedazo grande de papel sobre un soporte de madera y nos cronometraba el tiempo. En 5 minutos de reloj teníamos que realizar el esquema del cuerpo olvidándonos de los detalles, fijándonos solo en la globalidad de las formas, en situarlas todas a la vez, cada una en su lugar pero en relación con las demás.
Como he dicho, había que huir de los detalles. No se trataba de dibujar dedos, manos, ojos…(eso vendría después). Se trataba de captar la esencia de la figura en su conjunto, la relación armoniosa de sus partes y esto no puede lograrse dibujando de forma fragmentada sino haciéndolo todo a la vez.
Clavábamos un pedazo grande de papel sobre un soporte de madera y nos cronometraba el tiempo. En 5 minutos de reloj teníamos que realizar el esquema del cuerpo olvidándonos de los detalles, fijándonos solo en la globalidad de las formas, en situarlas todas a la vez, cada una en su lugar pero en relación con las demás.
Como he dicho, había que huir de los detalles. No se trataba de dibujar dedos, manos, ojos…(eso vendría después). Se trataba de captar la esencia de la figura en su conjunto, la relación armoniosa de sus partes y esto no puede lograrse dibujando de forma fragmentada sino haciéndolo todo a la vez.
Los primeros minutos había que observar, captar, comprender cada postura.
Trabajábamos con el brazo extendido, separados del soporte, sin levantar prácticamente el carbón del papel, trazando movimientos amplios y seguros.
Jamás cuadriculamos un papel ni medimos con la regla. Eran
el ojo y el cerebro los que dirigían el trabajo.
Los dibujos alcanzaban una gran fuerza y expresividad y las partes del cuerpo quedaban proporcionadas sin apenas esfuerzo.
Una vez conseguido el esquema corporal, darle forma definitiva era bastante fácil. En el dibujo siguiente se puede observar lo fácil que resulta trazar sobre el esquema la forma definitiva de piernas, brazos y demás.
Para este segundo paso, utilizábamos también barritas de carbón y sanguina.
Si os dais cuenta, teniendo el esquema del cuerpo bien formado, ponerle un vestido o pantalones o cualquier otro detalle, resulta la cosa más fácil.
A mi estos ejercicios me transportaban a otro mundo. Los
adoraba. Nunca olvidaré a Gonzalo, el gran maestro que me enseñó a
dibujar así: observando, sintiendo y trazando con un simple palo de carbón
líneas sobre un papel.
Para reflexionar sobre esto va muy bien observar las sanguinias de Leonardo da Vinci.
ResponderEliminarHola Osselin: muchísimas gracias por tu visita y por tu aportación. A mi también me parece fundamental observar y estudiar a los grandes maestros, no como me enesñaron a mi, aprendiendo de memoria sin mas, datos sobre ellos sino "viviendo y sintiendo" su obra, comprendiendo la forma en que resolvieron y consiguieron expresar lo que querían. Que suerte los niños de hoy! Un saludo
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