lunes, 14 de agosto de 2017

Formas suspendidas en el espacio



Nunca he podido presumir de ser una persona con gran seguridad en si misma. Es por eso que siempre me he debatido entre lo que me dijeron que estaba bien, lo que los demás piensan que está bien  y lo que a mi me parece que está bien.

Afortunadamente, suele ganar la tercera opción, pero la lucha me deja a veces exhausta y me obliga a pasar una temporada alejada de los pinceles y de los colores.

Cuando comencé a aprender y a familiarizarme con esto de la pintura, hice, como es de suponer, lo que mis profesores me indicaban pero aquí tuve la grandísima suerte de contar, entre ellos, con alguno que jamás me obligó a copiar una lámina o cuadro ajeno y por el contrario, me animó a ser yo misma y alimentó mi creatividad proporcionándome, eso sí, conocimiento de las técnicas.
La pena que siempre he tenido es que aquello duró menos de lo que yo habría deseado por lo que después, he tenido que apañármelas como he podido y ser en muchas cosas autodidacta.

En momentos de inseguridad, hago cuadros figurativos porque me resultan más fáciles y me parece que le gustan más a las personas que me importan, que los "entienden" mejor pero superadas esas pequeñas crisis, vuelvo a lo mío que son las composiciones abstractas en las que persigo sobre todo la armonía y equilibrio.

Sé que es un tipo de pintura que no todo el mundo está en disposición de comprender, disfrutar, sentir o amar pero es la que a mi me satisface, así pues, aquí va otra muestra de lo mismo.

Que el que quiera o pueda, disfrute con ella. Se trata de un acrílico sobre tablero de madera de 60 x 60.

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